¿Son las posturas de yoga que menos le gustan las que más necesita?
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Hay un discurso que escucho mucho últimamente. Se trata de nuestra necesidad de hacer cosas desafiantes porque nos hemos vuelto demasiado cómodos y complacientes.
En clase, ese sentimiento adopta la forma de las afirmaciones de algunos profesores de yoga de que "la postura que menos te gusta es la que más necesitas". Esa creencia también se manifiesta de formas más sutiles cada vez que te reafirmas en tu determinación cuando te arden los cuádriceps, te dices a ti mismo que necesitas aprender inversiones para poder experimentar las cosas al revés o te obligas a sentarte con intensos remolinos emocionales que se agitan en una apertura de cadera.
Como la mayoría de las afirmaciones unidimensionales, hay algo de verdad en ellas. Cuando nos esforzamos, nuestro cuerpo y nuestra mente se adaptan y se vuelven más resistentes. Entrenamos para fortalecer los músculos, meditamos para cultivar una mente más estable y practicamos posturas de yoga para ganar flexibilidad física y emocional. De hecho, un concepto central de la filosofía del yoga es la disciplina, conocida como tapas, que nos enseña a soportar dificultades para purificar tanto el cuerpo como la mente.
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Pero hay otra cara de la moneda. Las señales físicas y mentales que interpretas como malestar existen por una razón. Imagina esas señales como semáforos. Ignora suficientes luces amarillas y puede que acabes pasándote una roja. En el contexto de tu cuerpo, esto podría presentarse como tensión, dolores o lesiones. En el contexto de tu mente, podría significar frustración, agobio o la sensación de que tu práctica ya no es el refugio que era antes.
Entonces, ¿cómo determinar si la postura que no te gusta es un reto que necesitas o una señal de que algo no es útil -y quizá incluso perjudicial- para ti?
Depende de por qué te disgusta.
Qué es exactamente lo que no te gusta de una pose?
El yoga es una práctica de intención consciente. Se trata de autoestudio más que de reglas rígidas. Eso significa ser curioso sobre tus necesidades y tus razones para luchar en una postura. Así que la distinción entre si una postura que no te gusta es útil o perjudicial vuelve a tu discernimiento.
1. Te duele o te sientes mal en tu cuerpoContrariamente a lo que a muchos nos han dicho, no se gana un premio por sufrir. Si sientes un fuerte pinchazo en la rodilla delantera en la postura de la paloma (Eka Pada Rajakapotasana), te duelen las muñecas después de la postura de la plancha o del perro boca abajo (Adho Mukha Svanasana), o tu ansiedad aumenta cada vez que cierras los ojos para meditar o respirar, la respuesta es bastante clara: esa versión de la postura o práctica no es para ti. Al menos, no hoy.
Puedes abordar la situación de varias maneras. Puedes pedir a tu profesor una opción que te apoye más, sustituir lo que te sugiere por una variación que sepas que te sienta mejor o, simplemente, tomarte un respiro. Recuerda que siempre existe la opción de volver a intentarlo en otra ocasión.
2. Es difícilCuando te tiemblan las piernas en Silla o Feroz (Utkatasana), te tiembla el torso en Plancha o pierdes la cuenta en pranayama (trabajo de respiración), suele ser señal de que has encontrado algo que merece la pena seguir explorando.
Seguir con algo que es difícil, pero no doloroso, es el tipo de estímulo que puede beneficiar profundamente a tu cuerpo y a tu mente. La incomodidad te obliga literalmente a fortalecer los músculos y crear vías neuronales. Pero si ya estás cansado o abrumado o careces de los recursos para soportarlo, ese esfuerzo puede ser más de lo que puedes soportar. Aprende a discernir la diferencia.
3. Es nuevo para ti¿Alguna vez te has sentido un poco perdido en una nueva transición entre posturas? ¿O tal vez añoras la comodidad de una técnica de meditación conocida cuando tu profesor te sorprende con un enfoque diferente?
Es probable que tu malestar tenga que ver con la exploración de lo desconocido. Como adulto, estás acostumbrado a ser competente. Intentar algo nuevo exige que gastes algo de resistencia mental y quizás incluso experimentes un poco de humildad que desinfla tu ego. Lo más probable es que ese día no esperaras llevar eso a tu práctica de yoga. Pero cuando puedes inclinarte hacia nuevas experiencias, te beneficias de aprender algo nuevo. Con la práctica, puede que incluso descubras que te gusta.
Dicho esto, también habrá momentos en los que sencillamente no tengas los recursos o la resistencia necesarios para navegar por lo desconocido. No pasa nada. En esos días, permítete recurrir a la comodidad de lo conocido. Te beneficiará más conservar tu energía que esforzarte demasiado.
4. Te preocupa ser "malo" en estoHay algunas posturas o prácticas de yoga que nunca te resultarán fáciles, no importa cuántas veces las intentes. Tal vez te duele la espalda y las rodillas se te acercan a los hombros cuando te sientas con las piernas cruzadas en la (llamada) Postura Fácil (Sukhasana). Puede que no te resulte fácil pasar del Perro hacia abajo a la Estocada.
Hay muchas razones por las que una postura puede parecer difícil. Podría requerir una flexibilidad extrema que no tienes, ya sea debido a la forma y posición de tus articulaciones o a la forma en que confías en tus músculos fuera de la esterilla. Un corredor, por ejemplo, puede que no tenga los isquiotibiales lo suficientemente flexibles para hacer la postura de Splits (Hanumanasana).
Pueden ser tus proporciones. Encontrar un brazo detrás de la espalda y pasar de Perro Abajo a Estocada es más fácil para aquellos con brazos largos.
Además, algo tan aparentemente sencillo como cerrar los ojos en Savasana es mucho más complicado para quienes tienen antecedentes traumáticos.
El yoga es una práctica, no una representación. Haz lo que puedas para experimentar tanto las posturas que te resultan más fáciles como las que no. Lleva bloques bajo las manos para hacer el paso del Perro Abajo o deslízalos por las piernas cuando te sientes con las piernas cruzadas. Muéstrate dispuesto a hacerlo, sin ambición, ego ni apego al resultado.
Todo se reduce a esto
Y debes saber que no todas las posturas, pranayamas o prácticas de meditación son beneficiosas para ti. ¿Te causa dolor lo que se te pide? ¿Te falta la energía que te pide que gastes? No permitas que nadie -incluido tú mismo- atribuya ningún tipo de misticismo a aquellas prácticas que te eluden o te causan daño.
Pero también desafíate a ti mismo adecuadamente cuando tengas capacidad para ello. ¿Ciertas posturas de yoga suponen un obstáculo que aún no has superado? ¿Te piden que dejes tu ego a un lado?