Un estudio sugiere que echar una cabezadita puede mejorar la cognición matutina
¿Sueles darle al botón de "repetición" cuando suena el despertador por la mañana? Buenas noticias: no eres el único, y esas horas extra de sueño podrían mejorar tu rendimiento cognitivo nada más levantarte, según sugiere una nueva investigación.
En un estudio de más de 1.700 adultos encuestados en todo el mundo, publicado el miércoles (18 de octubre) en la revista Journal of Sleep Research, el 69% afirma que pulsa el botón de repetición de alarma o pone varias alarmas al menos "a veces".
Después, en un experimento con 31 "dormilones" habituales, los autores del estudio descubrieron que la repetición de la alarma mejoraba el rendimiento de algunas de estas personas en pruebas cognitivas. Sin embargo, no parecía influir en su estado de ánimo, ni en la somnolencia que sentían por la mañana, ni en el aumento normal de la hormona del estrés, el cortisol, que se produce en la primera hora después de despertarse y ayuda al organismo a prepararse para el día siguiente.
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"Dormir 30 minutos por la mañana no tiene efectos negativos importantes en el sueño de esa noche ni en el cansancio que uno siente al despertarse", explica a Live Science Tina Sundelin, autora principal del estudio y psicóloga de la Universidad de Estocolmo (Suecia). "En el caso de las personas que están somnolientas por la mañana, como los noctámbulos, y que dormir la siesta les ayuda a despertarse, el estudio demuestra que, en realidad, pueden estar más alerta objetivamente [es decir, que rindieron mejor en las pruebas cognitivas] después de dormir la siesta, aunque no se sientan ni más ni menos somnolientos", añadió.
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Dormir bien es importante para la salud y el bienestar general, pero muchas personas no duermen lo suficiente. Aproximadamente un tercio de los adultos estadounidenses afirma dormir menos de las siete o más horas recomendadas por noche. Algunas personas le dan al "snooze" para aliviar la sensación de despertarse bruscamente o para dormir unos minutos más, pero se sabe poco sobre las consecuencias de este hábito para la salud.
En el nuevo estudio, se pidió a 1.732 adultos que describieran sus hábitos de vigilia. Por término medio, las personas que declaraban dormir al menos de vez en cuando pasaban unos 22 minutos durmiendo después de que sonara la primera alarma. Según los autores, estas personas eran unos seis años más jóvenes y tenían casi cuatro veces más probabilidades de ser búhos nocturnos que los que declaraban que nunca se despertaban. También eran más propensos a dormir durante menos tiempo por la noche y a experimentar somnolencia por la mañana que los que no lo hacían.
En la segunda parte del estudio, los 31 participantes que dormían la siesta con regularidad mejoraron o no vieron afectado su rendimiento en las pruebas cognitivas que realizaron al despertarse, en comparación con los que no pudieron hacerlo. Estas pruebas incluían preguntas de aritmética básica y tener que memorizar una lista de palabras para luego reconocerlas entre otras nuevas.
Cuando se les permitía dormitar, los participantes tenían menos probabilidades de despertarse de la fase más profunda del sueño -llamada sueño de ondas lentas- que cuando tenían que despertarse de inmediato. Despertarse durante la fase de ondas lentas puede provocar inercia del sueño, es decir, una sensación de aturdimiento cuando el cuerpo pasa del sueño a la vigilia.
El estudio era limitado, ya que el experimento era pequeño y la parte de la encuesta se basaba en los hábitos de sueño y vigilia de los encuestados. Sin embargo, el equipo espera que los resultados abran puertas a futuras investigaciones sobre los hábitos de vigilia de las personas, como las distintas formas en que se despiertan los dormilones.
"Quizá algo parecido a una alarma luminosa (de las que hacen que la habitación se ilumine más lentamente) funcionaría de forma similar, pero sin tener que despertarse bruscamente varias veces", explica Sundelin. Al equipo también le gustaría explorar los posibles efectos a largo plazo del sueño y estudiar a los "dormilones extremos", que duermen hasta dos horas cada mañana.
Este artículo sólo tiene fines informativos y no pretende ofrecer consejos médicos.