My Number One Travel Rule for Fibromyalgia and Why It Works
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Como ávida viajera que vive con fibromialgia, tengo una serie de normas para mis días de viaje que no me desvío de ellas. Cualquiera que viva con una enfermedad crónica sabe que viajar puede ser desalentador, y lo último que quieres en un largo día de viaje es un brote. A través de años de ensayo y error, he aprendido cómo enfocar los viajes para evitar que me dejen fuera de servicio durante los días siguientes.
Empezando por lo básico: Siempre intento viajar ligera de equipaje. Cargar con objetos pesados en un aeropuerto es un billete de ida al sobreesfuerzo, la fatiga muscular y un inoportuno brote. Esa lección la aprendí por las malas, más de una vez. A pesar de esta sabiduría y de mis esfuerzos, sigo trabajando para convertirme en minimalista. Cuando puedo, intento no llevar más equipaje que el de mano y siempre pido que me lo facturen en el destino.
¿Pero mi regla más importante? La hidratación. En cuanto paso el control de seguridad, bebo un litro entero de agua. Sé que suena excesivo, pero estoy convencida de que esta práctica ayuda a prevenir los brotes durante el viaje. Por supuesto, tiene sus inconvenientes. Cuando llego a mi vuelo, tengo que hacer muchos viajes a los diminutos baños del avión (reservar un asiento en el pasillo facilita esta parte). Y, sin embargo, este ritual de hidratación se ha convertido en algo natural para mí, una de esas prácticas intuitivas que se desarrollan con el tiempo viviendo con una enfermedad crónica.
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Hace poco, empecé a preguntarme si esta regla que me había autoimpuesto era necesaria o simplemente un hábito que había desarrollado. ¿Estaba siendo demasiado precavida? Decidí investigar la ciencia que hay detrás de la hidratación y la fibromialgia, y lo que descubrí validó mi rutina y le dio un nuevo sentido. La hidratación desempeña un papel fundamental
en el tratamiento de la fibromialgia, ya que la deshidratación puede intensificar muchos de los síntomas existentes. Vivir con una enfermedad crónica tiene algo de intuitivo.
Resulta que las cabinas de los aviones crean el entorno perfecto para la deshidratación. Los niveles de humedad descienden por debajo del nivel ideal para el confort, lo que provoca un ambiente de "agotamiento de la humedad". Además, el aire a gran altitud es bajo en humedad, lo que crea unas condiciones aún más secas. Combinado con la baja presión de oxígeno, perdemos agua de la piel y los pulmones. No es de extrañar que siempre me sintiera peor después de volar antes de desarrollar mi ritual de hidratación.
Puede que estés pensando: "todo el mundo sabe que la deshidratación es mala para la salud", pero eso es lo que ocurre con la fibromialgia: Las molestias comunes se agravan en nuestro caso. La investigación ha demostrado que la deshidratación puede aumentar la sensibilidad al dolor (algo que definitivamente no necesitamos más), empeorar la función cognitiva y la niebla cerebral, afectar a la calidad del sueño, aumentar la rigidez muscular y los calambres, y afectar a la regulación de la temperatura, que ya son retos diarios para muchos de nosotros.
Lo que más me sorprendió durante mi investigación fue darme cuenta de que no doy suficiente prioridad a la hidratación fuera de mis días de viaje. Aunque soy religiosa con mi ritual del agua en el aeropuerto, a menudo me olvido de mantener la misma vigilancia en mi vida diaria. Me di cuenta de que si me mantengo constantemente hidratada, ¡quizás mi ritual de hidratación en los días de viaje no tenga que ser tan agresivo!
Vivir con fibromialgia significa adaptarse constantemente y desarrollar nuestras propias estrategias de afrontamiento. A veces estas estrategias pueden parecer extrañas a los demás, pero si funcionan para ti, eso es lo que importa. Mi ritual de hidratación en el aeropuerto puede significar más pausas para ir al baño, pero también significa menos brotes y viajes más agradables. Y si hay algo que he aprendido es a confiar en mis instintos.
¿Qué he aprendido de esta reflexión? A confiar en mi instinto y seguir haciendo mis pequeños y extraños rituales. ¿Esas prácticas intuitivas que desarrollamos? Normalmente intentan decirnos algo importante. Lo que nos funciona nos funciona porque conocemos nuestro cuerpo. La fibromialgia es compleja y varía de una persona a otra, pero nunca olvides que tú eres siempre la autoridad sobre tu cuerpo. Si tus prácticas te hacen sentir mejor, ¡sigue haciéndolas! Al fin y al cabo, nadie conoce mi cuerpo mejor que yo.
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