How I Embraced Fitness With Psoriasis

How I Embraced Fitness With Psoriasis

El ejercicio es algo más que una forma de mantenerse en forma: es una herramienta para mejorar la salud mental y física. Cuando se padece psoriasis, mantenerse activo adquiere una importancia adicional. El reto consiste en encontrar una rutina que se adapte a la enfermedad de la piel y al mismo tiempo ofrezca los beneficios del ejercicio. Con el tiempo, he desarrollado un método de ejercicio físico que equilibra las necesidades de mi cuerpo con las exigencias del tratamiento de la psoriasis. Mis rutinas de ejercicio se basan en tres principios fundamentales: adaptabilidad, constancia y rutinas que dan prioridad a la salud de mi piel.

Empezar despacio y aumentar gradualmente la fuerza

Cuando empecé a hacer ejercicio con psoriasis, tuve que empezar poco a poco. La psoriasis es una enfermedad que provoca brotes, a menudo desencadenados por el sudor, la fricción o la irritación. Las zonas propensas a estos desencadenantes, como las articulaciones, la espalda y las zonas donde roza la ropa, necesitan una atención especial. Desde el principio tuve claro que debía adaptar mis entrenamientos para evitar el sobreesfuerzo o el desencadenamiento de un brote.

Empecé con ejercicios de bajo impacto, como el levantamiento de pesas. La halterofilia era el punto de partida perfecto porque me permitía centrarme en el entrenamiento de fuerza sin someter a la piel a un esfuerzo excesivo. A diferencia del cardio de alto impacto, el levantamiento de pesas no implica un movimiento constante, lo que reduce las posibilidades de sudar en exceso o de provocar roces. También me dio la oportunidad de fortalecerme gradualmente mientras escuchaba las señales de mi cuerpo y ajustaba la intensidad según fuera necesario.

Otro ejercicio crucial que se convirtió en parte de mi rutina fue caminar. Caminar no era sólo ejercicio: se convirtió en una práctica meditativa. Es una actividad de bajo impacto que te permite concentrarte en respirar, estar presente y simplemente disfrutar de la naturaleza. Como vivo en Washington, tengo fácil acceso a rutas panorámicas que hacen que mis paseos parezcan más una escapada a la tranquilidad. Me he acostumbrado a caminar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde, evitando el calor y la humedad del día, que podrían irritarme la piel.

Introducción al cardio

A medida que ganaba confianza en mi fuerza y resistencia, decidí introducir el cardio en mi rutina. El cardio puede ser una de las formas más eficaces de mejorar la salud del corazón y quemar calorías, pero para alguien con psoriasis, controlar el sudor y la fricción es clave. Empecé a correr, pero no en una cinta, sino por senderos locales. Correr por la naturaleza me mantenía motivada y conectada con el entorno, permitiéndome disfrutar de bellos paisajes a la vez que me mantenía activa.

Sin embargo, controlar el sudor durante la carrera era todo un reto. La acumulación de sudor puede empeorar los brotes de psoriasis, sobre todo si queda atrapado en la piel. Para evitarlo, me aseguré de llevar ropa transpirable que permitiera la rápida evaporación del sudor, reduciendo así la posibilidad de irritación. También llevé una toalla para secarme el sudor mientras corría. Estas pequeñas precauciones supusieron una diferencia significativa en el control de mi piel durante el cardio.

El ciclismo también se convirtió en una parte esencial de mi rutina de cardio. Ya fuera al aire libre por los carriles bici locales o en una bicicleta estática dentro de casa, el ciclismo ofrecía grandes beneficios cardiovasculares sin una fricción excesiva en la piel. El movimiento fluido y circular de la bicicleta irritaba menos la piel que correr o saltar, y no provocaba el mismo nivel de sudoración. El ciclismo era una forma excelente de aumentar la resistencia mientras mantenía la psoriasis bajo control.

Entrenamiento de fuerza con aparatos

Aunque el entrenamiento de fuerza con pesas libres era una forma estupenda de desarrollar la musculatura, pronto aprendí que el contacto directo con las barras metálicas o los aparatos del gimnasio podía irritarme la piel. La fricción constante de las pesas contra mi piel desnuda creaba un entorno propicio para los brotes. Para mitigarlo, empecé a llevar guantes y mangas largas para reducir el contacto directo de la piel con los aparatos.

También empecé a incorporar más ejercicios de peso corporal a mi rutina. Flexiones, sentadillas, estocadas y planchas se convirtieron en elementos básicos de mis entrenamientos. Estos ejercicios minimizaban la necesidad de contacto con los aparatos del gimnasio y me permitían fortalecer los músculos sin irritar la piel. Los ejercicios con el peso del cuerpo son increíblemente eficaces y permiten flexibilidad en cuanto al lugar: puedes hacerlos casi en cualquier sitio, ya sea en casa, en un parque o en el gimnasio.

Actividades en grupo y deportes de equipo

Uno de los aspectos más gratificantes del ejercicio es la conexión social que puede fomentar. En mi caso, las actividades en grupo como el baloncesto añadieron un elemento divertido y competitivo a mi rutina. El ritmo trepidante del baloncesto me proporcionaba un entrenamiento para todo el cuerpo que combinaba cardio, fuerza y agilidad. Pero como en cualquier deporte de alta intensidad, era crucial controlar el sudor y la fricción.

Para proteger mi piel durante los partidos de baloncesto, me hidrataba bien antes de jugar. También llevaba ropa ligera y holgada que minimizaba la irritación de la piel. Aunque el juego era intenso, la combinación de compromiso social y actividad física era un equilibrio ideal para mis objetivos de forma física. La energía y el compañerismo de los deportes de equipo hacían que el ejercicio se sintiera menos como una rutina y más como una oportunidad de conectar con los demás.

La natación: Un enfoque terapéutico

La natación se convirtió en una actividad habitual en mi rutina de ejercicios, especialmente por los beneficios terapéuticos que ofrece a los pacientes de psoriasis. Nadar en una piscina con niveles equilibrados de cloro puede ayudar a mantener la piel limpia a la vez que se ejercita todo el cuerpo. El agua fría no sólo reduce el riesgo de sobrecalentamiento, sino que también proporciona una resistencia suave que mejora el tono muscular sin sobrecargar el cuerpo.

Después de nadar, me aseguré de hidratar bien la piel para contrarrestar los efectos resecantes del cloro. Este enfoque en dos fases - beneficiarme de las ventajas físicas de la natación y proteger mi piel después - me ayudó a controlar mi psoriasis y mantenerme activa.

Aventuras al aire libre

Aunque los ejercicios tradicionales como el levantamiento de pesas y el cardio son esenciales, las actividades al aire libre proporcionan una combinación única de forma física y rejuvenecimiento mental. El senderismo, por ejemplo, es a la vez exigente físicamente e increíblemente enraizante. La diversidad del terreno pone a prueba mi cuerpo y me ofrece la oportunidad de desconectar de las tensiones cotidianas. El senderismo se ha convertido en una de mis formas favoritas de mantenerme en forma y, al mismo tiempo, estar en contacto con la naturaleza.

Otra actividad al aire libre desafiante pero gratificante es la escalada. Aunque la escalada implica resistencia mental y física, también requiere una preparación cuidadosa. Siempre llevo guantes y crema solar para protegerme la piel de las superficies rugosas y del sol. Aunque la escalada en roca puede ser exigente, la sensación de logro y la claridad mental que aporta bien merecen el esfuerzo.

Controlar el sudor y la sensibilidad de la piel

El control del sudor es la piedra angular del ejercicio con psoriasis. Para evitar desencadenar brotes, sigo unas cuantas prácticas clave:

1. 1. Antes de entrenar: Me hidrato con productos ligeros y me aplico protector solar si voy a hacer ejercicio al aire libre. Esto proporciona una barrera protectora y ayuda a prevenir la irritación.

2. 2. Durante el entrenamiento: Llevo ropa que absorbe la humedad para evitar que el sudor se acumule y provoque rozaduras. También me acostumbro a quitarme el sudor suavemente con una toalla en lugar de frotarme.

3. 3. Después de entrenar: Me ducho inmediatamente después de hacer ejercicio con un limpiador suave y sin perfume. Así elimino el sudor, la suciedad u otros agentes irritantes que puedan afectar a mi piel. Después me aplico una crema hidratante para mantener la hidratación y la suavidad de la piel.

Los beneficios del ejercicio para la salud mental

Más allá de los beneficios físicos, el ejercicio ha sido una herramienta crucial para controlar el estrés, que es otro de los principales desencadenantes de los brotes de psoriasis. Participar en actividades como estiramientos, yoga o incluso simplemente caminar me da la oportunidad de calmar la mente y centrarme en el momento presente. El ejercicio me ayuda a mantenerme equilibrada y centrada, reduciendo el estrés mental que a menudo exacerba los síntomas de la psoriasis.

La clave es la constancia

El aspecto más importante de mi viaje hacia la forma física ha sido la constancia. Incluso los días en que tengo la piel sensible, me aseguro de seguir moviéndome. Ya sea un paseo ligero o un estiramiento suave, mantenerse activo, por pequeño que sea el esfuerzo, me ayuda a seguir progresando. Hacer un seguimiento de mis logros, por pequeños que sean, me mantiene motivada. También encuentro aliento en las comunidades de fitness, donde otros comparten sus historias y luchas. Estas conexiones me recuerdan que no estoy sola en mi viaje, y que juntos podemos encontrar formas de prosperar.

Para cualquiera que padezca psoriasis, el ejercicio no consiste sólo en ponerse en forma, sino en encontrar una rutina que funcione para el cuerpo y la piel. El ejercicio me ha enseñado paciencia, adaptabilidad y el valor de la persistencia. A base de ensayo y error, he aprendido que la constancia, la atención y la flexibilidad son las claves del éxito. Al adaptar mis entrenamientos a las necesidades de mi piel, no sólo he mejorado mi salud física, sino que también he encontrado una sensación de equilibrio y satisfacción. Si usted tiene psoriasis y quiere ponerse en forma, mi consejo es que empiece despacio, escuche a su cuerpo y explore qué es lo que mejor le funciona. Mantenerse activo y dar prioridad a la salud de la piel es posible y muy gratificante.

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