Why I No Longer Call Breast Cancer a 'Battle'
Cuando se trata del cáncer de mama o de la terminología oncológica, no creo que exista un enfoque único. Lo que a algunas personas les resulta familiar, a otras les limita. Una de las formas en que he visto que esto se manifiesta es en el uso común de la terminología "batalla".
A menudo, cuando alguien fallece de cáncer, los medios de comunicación o la familia de la persona dicen: "(inserte el nombre de la persona) perdió su batalla contra el cáncer" Después de reflexionar sobre mis propios escritos, me di cuenta de que yo también me he referido a mi diagnóstico como una "batalla" Este lenguaje me resultaba natural, ya que otros lo han utilizado para describirme a lo largo de mi diagnóstico, tratamiento y recuperación, llamándome luchadora, guerrera, valiente y fuerte.
Sin embargo, al reflexionar más profundamente, empecé a preguntarme cuál era el origen de este lenguaje. Según el diccionario, una batalla es 'una lucha sostenida entre grandes fuerzas armadas organizadas' o 'un conflicto o lucha prolongado y difícil' Aunque el cáncer de mama es el mayor reto al que me he enfrentado, me he dado cuenta de que esta terminología de "batalla" puede ser una forma limitante de describirlo.
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Después de investigar por mi cuenta sobre este tema y de trabajar en una organización sin ánimo de lucro dedicada al cáncer de mama, ahora intento evitar el lenguaje de batalla por tres razones principales:
No elegimos esto para nosotras.
Para muchas de nosotras, el cáncer de mama no fue algo que vimos venir. A menudo llega de repente, trastornando nuestras vidas y obligándonos a enfrentarnos a algo que nunca pedimos. Enmarcar esta experiencia como una batalla implica un elemento de elección o alistamiento que simplemente no existe. En realidad, es más bien como si nos arrojaran a una situación para la que nunca nos hubiéramos ofrecido voluntarios. Nadie se "apunta" voluntariamente a un cáncer. Reconocer esta falta de elección es importante, ya que cambia el enfoque de la lucha a la resistencia, la adaptación y la búsqueda de apoyo.
No tenemos el control.
Otro problema de la metáfora de la "batalla" es que sugiere que podemos influir en el resultado con nuestra propia fuerza de voluntad. Sin embargo, hay muchas incógnitas en el tratamiento del cáncer: cómo responderá el tumor al tratamiento, qué efectos secundarios experimentaremos, etc. Son factores que escapan a nuestro control. Son factores que escapan a nuestro control. Trabajamos con equipos médicos, nos basamos en las últimas investigaciones y hacemos todo lo posible con los recursos de que disponemos. El resultado no depende únicamente de nosotros.
No hay ganadores ni perdedores.
Recuerdo que en mis competiciones de animadoras de secundaria, durante el mes de concienciación sobre el cáncer de mama, veía a la venta artículos con el lema "lucha como una chica". En aquel entonces, probablemente pensé que eran bonitos y no me lo pensé dos veces. Pero ahora veo un gran problema en la presunción de que las personas que mueren de cáncer de mama de alguna manera "perdieron" porque no "lucharon" lo suficiente. El cáncer de mama es mucho más complejo que eso, y la muerte no es sinónimo de derrota.
Cambiar el lenguaje puede ser más inclusivo.
Hablar con otras personas afectadas por el cáncer de mama y ser testigo de diversas experiencias me hizo darme cuenta de lo limitante que puede ser el lenguaje de la "batalla". Ahora intento utilizar palabras más neutras e inclusivas, como "navegar por el tratamiento" o "experimentar los retos", frases que quizá no gusten a todo el mundo, pero que creo que reflejan mejor la realidad de que la experiencia de cada persona con el cáncer de mama es única y está determinada por factores que escapan al control de cada individuo.
No hay una única forma "correcta" de hablar del cáncer de mama, ya que es algo profundamente personal. El lenguaje es poderoso, y la forma en que hablamos de nuestras experiencias determina cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo nos ven los demás. Al alejarme de la terminología de "batalla", estoy adoptando un lenguaje que, para mí, es más compasivo e inclusivo. En última instancia, es esencial honrar la experiencia de cada persona como válida, independientemente de las palabras que elija para transmitirla.
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