¿Serán posibles los trasplantes de cerebro?

¿Serán posibles los trasplantes de cerebro?

El trasplante de órganos ha avanzado mucho. Ahora es posible trasplantar no sólo corazones e hígados, sino también úteros, manos e incluso rostros funcionales.

Pero, ¿será posible trasplantar un cerebro algún día?

La respuesta es que tal vez, pero está muy lejos de ocurrir. Y no está claro que sea ético, incluso si fuera posible. Después de todo, un trasplante de cerebro es en realidad un trasplante de cuerpo, lo que plantea la pregunta: ¿Es correcto salvar la vida de una persona con el cuerpo completo de un donante, o los órganos de ese donante deberían ir a parar a varias personas, salvando potencialmente muchas vidas a la vez?

Dejando a un lado la ética, el cerebro es un órgano delicado, y la médula espinal, que conecta con el cerebro, no se recupera bien después de ser cortada. Aunque se han realizado experimentos con animales en los que se han trasplantado cabezas, la mayoría de los animales que han sido sometidos a estos experimentos han muerto en cuestión de horas o días. Los más longevos sólo han sobrevivido unos meses. Aunque algunos investigadores han aparecido en los titulares al afirmar que los trasplantes de cabeza en humanos están a la vuelta de la esquina, los obstáculos son enormes.

Crear órganos de trasplante "universales": Un nuevo estudio nos acerca un poco más.

"No creo que ningún científico serio considere nada de eso veraz o científico", dijo el Dr. Fredric Meyer, neurocirujano de la Clínica Mayo.

Breve historia de los trasplantes de cabeza

Los científicos no han intentado trasplantar un cerebro aislado a ningún animal. El cerebro vivo es blando y blando, y se daña con demasiada facilidad como para intentar sacarlo de un cráneo y meterlo en otro. Intentar trasplantar un cerebro aislado supondría también reconectar numerosos y delicados nervios craneales, lo que sería todo un reto. Los trasplantes de cerebro que se han intentado son en realidad trasplantes de cabeza.

El primer intento se produjo en 1908, cuando los científicos Alexis Carrel y Charles Guthrie trasplantaron la cabeza de un perro a otro, creando un animal parecido a Cerberus que vivió apenas unas horas, según un artículo de 2015 en CNS Neuroscience and Therapeutics.

No fue un éxito, exactamente, pero el trabajo de Carrel y Guthrie contribuyó a la ciencia médica. Más tarde, Carrel recibió el Premio Nobel por sus trabajos sobre la reimplantación de vasos sanguíneos, una técnica que más tarde conduciría a la posibilidad de trasplantar órganos y reimplantar extremidades.

En 1954, el científico soviético Vladimir Demikhov experimentó con el injerto de la parte superior del cuerpo de perros a otros perros. Los animales de dos cabezas duraron en su mayoría unos días, y uno de ellos sobrevivió hasta 29 días, según un artículo de revisión de 2016 en la revista The History of Neurosurgery (se abre en una nueva pestaña). Las cabezas injertadas eran funcionales y hacían cosas como lamer agua y responder a estímulos visuales. Pero el rechazo inmunológico acabó provocando la muerte de los perros.

En las décadas de 1960 y 1970, un neurocirujano estadounidense llamado Robert White llevó el concepto de trasplante de cabeza un paso más allá. Utilizando monos rhesus(Macaca mulatta), experimentó con el trasplante solo de cabezas, no de la parte superior del cuerpo, y realizó los trasplantes cabeza por cabeza, en lugar de injertar una cabeza adicional en un cuerpo completo, según el artículo de 2015 CNS Neuroscience and Therapeutics. Los monos trasplantados podían masticar y tragar alimentos y seguir objetos con los ojos. Sin embargo, eran tetrapléjicos, porque sus médulas espinales habían sido cortadas y ya no podían enviar señales nerviosas a sus cuerpos. Además, murieron en unas 36 horas por problemas de flujo sanguíneo.

El problema de los trasplantes de cabeza

Hoy en día, a menudo es posible prevenir el rechazo inmunitario con cócteles de fármacos de última generación, lo que permite que incluso los tejidos con alto contenido de células inmunitarias, como la piel, duren décadas después de un trasplante. Los científicos también han hecho grandes avances en la reimplantación de vasos sanguíneos y en el mantenimiento teórico del suministro de sangre al cerebro durante una operación de trasplante de cabeza. En 2015, el investigador Xiaoping Ren, de la Universidad Médica de Harbin (China), experimentó con ratones e informó de un método para cortar solo una de las dos venas yugulares del cuello y una de las dos arterias carótidas para conectar una segunda cabeza de ratón a un primer cuerpo de ratón, dejando la otra yugular y carótida para alimentar la cabeza original.

Pero siguen existiendo grandes problemas. Uno de ellos es que para trasplantar una cabeza hay que cortar y volver a unir la médula espinal. Aunque Ren y su equipo han encontrado formas de cortar la médula espinal lo suficientemente bajo en ratones como para que los animales trasplantados puedan respirar sin un ventilador, no hay buenas pruebas en humanos de que la médula espinal pueda curarse, según la revista History of Neurosurgery. Algunos investigadores están explorando los nanomateriales y los polímeros especializados para la reparación de la médula espinal, pero estos métodos sólo se han probado en animales con una fisiología del sistema nervioso diferente a la de los humanos.

Evitar que el cerebro pierda oxígeno durante y después de la operación también sería más difícil en humanos que en ratones, simplemente por el tamaño y la logística de mover partes del cuerpo humano frente a las de los ratones. Hay poco margen de error: Las células cerebrales empiezan a morir a los cinco minutos de perder el oxígeno, según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares.

Por último, según la revisión de la Historia de la Neurocirugía, no hay ninguna investigación sobre cómo controlar el dolor después de un trasplante de cabeza. No se trata sólo del dolor resultante de haber sido esencialmente decapitado. También se trataría de dolor neuropático central, un tipo de dolor crónico que suele producirse tras un daño en la médula espinal o el cerebro. Este tipo de dolor es "notoriamente difícil de tratar", según un artículo de 2016 en la revista Mayo Clinic Proceedings.

Por todo ello, el Comité Ético-Legal de la Asociación Europea de Sociedades de Neurocirugía (EANS) declaró no ético el trasplante de cabeza en humanos (se abre en una nueva pestaña) en 2016. (El comité no tiene poder legal para impedir que se realicen trasplantes de cabeza, pero elabora directrices profesionales para la práctica de la neurocirugía).

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