¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando nos enamoramos?
Escalofríos, aceleración de los latidos, sudores... ¿qué pasa en el cerebro cuando nos enamoramos?
Cuesta describir con palabras cuáles son las distintas sensaciones por las que pasamos durante el enamoramiento, así como cuesta describir qué es el amor. Solo el que lo ha vivido sabe a qué nos referimos cuando hablamos de “mariposas en el estómago” pero, aunque suene a poesía o exageración, esta expresión no está demasiado alejada de lo que de verdad ocurre en nuestro cerebro cuando nos enamoramos.
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Son muchos los científicos que han investigado sobre cómo el enamoramiento afecta a nuestro cerebro y, por lo tanto, a nuestro cuerpo. Igual que han sido muchos los artistas y filósofos que han reflexionado sobre las consecuencias del amor en los enamorados. Mientras que la vertiente artística trata de explicar las sensaciones y los distintos estados por los que pasa un enamorado, los científicos atribuyen todo esto al funcionamiento del cerebro y a lo que en él ocurre durante este proceso.
Según afirman los científicos que han estudiado el tema, el amor es una de las actividades que más trabajo cerebral provoca. Cuando nos enamoramos, nuestro cerebro liberan distintas sustancias que hacen que sintamos esa inexplicable sensación de placer y felicidad. Estas sustancias son la dopamina, oxitocina, serotonina o la noradrenalina. Aunque algunas de ellas son liberadas también con la práctica de otras actividades, como por ejemplo el deporte, la mezcla de todas ellas forma un cócktel para nuestro cerebro que ninguna otra actividad puede igualar.
El doctor Carlos Tejero es uno de los estudiosos de el tema y ha tratado de investigar con diferentes métodos cómo el amor afecta a nuestro cerebro. En uno de sus estudios, mostró a un grupo de voluntarios una serie de fotos en las que, en algunas ocasiones, aparecían sus parejas. Con esto pretendía identificar si existía algún patrón de conducta en nuestro cerebro que se activara cuando este reconocía a la persona amada. Su conclusión al realizar este estudio es que “el amor provoca una cascada de reacciones en el cerebro, donde hay hasta doce áreas involucradas”.
El doctor asegura que es sorprendente la cantidad de áreas del cerebro que pueden verse afectadas por el amor, en las que se incluyen algunas que nunca imaginaríamos que pudieran tener una relación directa con la sensación de enamoramiento, por ejemplo, el cerebelo, un área del cerebro donde se coordinan las acciones musculares y el equilibrio.
Tejero también explica que esta actividad en el cerebro no se activa únicamente con la liberación de sustancias químicas y hormonas, si no que también entra en juego la percepción física. El oído, la vista, el tacto y el olfato hacen que el cerebro responda, identificando los sentidos que le provocan placer. “En este sentido, el cerebro está pendiente de esas sensaciones que le han provocado tanto placer e intenta volver a encontrarlas. Además, las respuestas del cerebro entre ellas también son notables a simple vista”, explica.
Son precisamente estas respuestas visibles a simple vista provocadas por el amor las que han llevado a muchos a pensar que lo que el amor nos hace puede parecerse, en cierto modo, a lo que nos provocan algunas drogas. Por ejemplo, los escalofríos, sudores o las palpitaciones más rápidas de lo habitual son sensaciones comunes para las personas que han consumido alguna droga y para las enamoradas. Según este doctor, estas sensaciones pueden experimentarse de forma parecida en ambos casos, pero no llegan a ser lo mismos. Y añade que estas sensaciones son las que pueden provocarnos algunos antidepresivos, ya que buscan liberar en nuestro cerebro esas hormonas que producen placer y felicidad.
Diferencias entre hombres y mujeres
Tejero también confirmó lo que algunos sospechábamos acerca del amor y los sexos: el cerebro del hombre y el de la mujer reaccionan al amor de forma distinta. El cerebro masculino da más importancia a la percepción visual y a la libido, lo que hace que el aspecto físico a la hora de buscar una relación se vuelva importante. En cambio, el cerebro de la mujer está más equilibrado en ese sentido, ya que tiende a dar la misma importancia al aspecto físico y al resto de valores que percibe en su posible pareja. Aunque esto sea así habitualmente, no quiere decir que hombres y mujeres respondan siempre igual al amor, ya que existen excepciones y no todos los hombres dan importancia al aspecto físico en la misma medida, al igual que ocurre con las mujeres.
¿Puede durar esta química para siempre?
Otra de las grande incógnitas del amor es si realmente puede llegar a ser duradero. La ciencia asegura que la duración del estado de enamoramiento depende de cada persona, aunque es común en todos que, con el tiempo, disminuyan los niveles en sangre de esas sustancias que se producen en la primera fase de enamoramiento. De ahí que, con el paso del tiempo, las parejas se relajen y el amor se estabilice, no queriendo decir con esto que desaparezca o que disminuya. Simplemente, nuestro cerebro se acostumbra a la situación y nos permite empezar a actuar de forma más racional y menos pasional, lo cual es fundamental para continuar una relación en el tiempo sin descuidar otros aspectos de nuestra vida como el trabajo o la crianza de los hijos.
Como verás, no todo lo que pasa en nuestro cerebro cuando nos enamoramos es producto de tus mariposas en el estómago: tiene base científica.