La cerveza disminuye el poder cancerígeno de la carne
Nos levantamos con más buenas noticias sobre cerveza y su poder anticancerígeno. Aleluya.
Todos los fines de semana, miles de cuñados preparan un rito que podría asemejarse al del apareamiento de la abubilla: sacan la barbacoa del trastero, llaman a sus colegas, aguantan a sus ''parientas'' y sintonizan la radio para no perderse el carrusel deportivo. Son expertos en avivar la llama y colocar la carne, ese enemigo de la OMS que, hace poco, nos advertía que su consumo excesivo podría provocar cáncer. Pero no solo eso: ya sabíamos que las altas temperaturas a las que se somete la carne hace que ésta libere unas moléculas llamadas hidrocarburos aromáticos policiclicos (suena bonito, pero no) que modifican su ADN y la convierta en cancerígena para el consumo humano.
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Pero gracias a un estudio (ay, los estudios, qué sería de nosotros sin ellos) de la Universidad de Oporto, ha sugerido que la carne se ase con cerveza. Con mucha cerveza. Cantidades generosas de cerveza. Y si es negra, mucho mejor. Se ha llegado a demostrar que la cerveza asada con cerveza libera muchos menos hidrocarburos aromáticos policíclicos que el resto. Y bueno, ya sabéis del resto de bondades de cerveza: si ayer afirmábamos que es muy buena para ayudarte en todo lo relativo a ser buen amante, una cervecita al día te libra de enfermedades vasculares y asociadas a la hipertensión.
Día tras día, noticias de que la cerveza es indispensable en nuestra dieta nos asaltan de buen grado. A estas alturas, la cerveza será el nuevo oro líquido. Buena para el corazón, buena para la entrepierna y, ahora, buena contra el cáncer.