Cuando el alargamiento del pene sale mal: historias de terror de los hombres que lo sufrieron
El controvertido tratamiento de un urólogo estadounidense ha revelado el lado oscuro de una de las soluciones rápidas más infames para la mayor inseguridad de los hombres. En una reciente investigación, el doctor James Elist y su lucrativo dispositivo de mejora conocido como "Penuma" -un acrónimo poco imaginativo de "Penis New Man"- protagonizan un drama poblado por hombres que experimentaron grotescas complicaciones tras el implante.
Hay penes normales, penes perfectos, penes fracturados y, en lo más alto del árbol, penes enormes. Dada esta jerarquía casi universalmente aceptada, según la cual lo más grande se percibe indudablemente como lo mejor, no sorprenderá oír que los hombres acuden en masa en busca de alargamientos de pene en cantidades sin precedentes, especialmente en algunos de los barrios más ricos del mundo. Lo que sí puede sorprender, y mucho, son las historias de terror que cuentan estos hombres sobre su experiencia...
James Elist MD es uno de los cirujanos plásticos más destacados de Los Ángeles, especializado en este Santo Grial de las cirugías estéticas masculinas. Sin embargo, a pesar de que la literatura promocional de Elist sugiere que la implantación del Penuma -un dispositivo de silicona en forma de bloque que se inserta a través de una incisión en el cuerpo del pene- es "reversible", numerosos ejemplos de complicaciones extremas, como dolor insoportable al orinar y al mantener relaciones sexuales, sugieren que la realidad dista mucho de ser sencilla.
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Desde implantes rotos hasta fluidos de color ámbar que salen de todo tipo de orificios, las historias de terror en torno a los implantes Penuma son suficientes para revolver el estómago de cualquiera, sobre todo si resulta que uno mismo lleva un juego de los implementos afectados. Desgraciadamente para los que han sufrido a manos de Elist, el doctor ha demostrado su habilidad para crear buena publicidad en torno a su nombre -incluso en publicaciones de gran tirada como GQ-, lo que supuestamente consolida la reputación de Elist como cirujano destacado en un mercado competitivo de la Costa Oeste y hace aún más difícil la tarea de sacar a la luz sus defectos.
Thomas Walsh -un urólogo reconstructor que tiene la nada envidiable tarea de tratar a pacientes con complicaciones tras la implantación de Penuma- sostiene que los pacientes necesitan información completa y honesta para dar su consentimiento informado a un procedimiento como éste. Sin embargo, el problema surge cuando la persona que crea, fabrica y vende el dispositivo se convierte en la única fuente de información:
"Para dar su pleno consentimiento a un procedimiento, el paciente necesita que alguien se lo cuente todo... No necesita un vendedor. El problema es que hay alguien que inventa, fabrica y vende el aparato. Esa inversión personal puede crear un tremendo conflicto de intereses".Thomas Walsh
¿El resultado de ese conflicto de intereses? Historias saturadas de miseria y arrepentimiento masculinos. A un paciente, al que ProPublica, los autores de esta investigación, llaman simplemente "Mick" para proteger mejor su identidad, Walsh le retiró el implante después de perder la sensibilidad en el pene. Contrariamente a la severa advertencia de Elist de no buscar consejo en otros médicos, Mick descubrió que una franja de clientes igualmente insatisfechos había experimentado complicaciones aún más graves.
Quizá el aspecto más descorazonador de la historia de Mick -y que parece haber calado en muchos otros que han seguido el tratamiento de Elist- es que, tras la retirada del implante, descubrió que su pene había disminuido de longitud. Más que las evidentes pérdidas físicas y económicas derivadas de este descubrimiento, la verdadera pérdida para Mick fue la pérdida de intimidad con sus seres queridos, que se hizo cada vez más difícil después de la operación. Un ejecutivo de Hollywood que se sometió a varias operaciones con Elist se hizo eco de los sentimientos de Mick:
"Es como si me hubiera arrebatado la posibilidad de intimar"Ejecutivo anónimo de Hollywood
A pesar de que el Dr. Elist insiste en que su lista de clientes satisfechos supera con creces a la de insatisfechos, los verdaderos problemas van mucho más allá del propio implante. Han surgido problemas relacionados con el proceso de consentimiento, como casos en los que pacientes que no lo sabían recibieron formularios para firmar después de recibir inyecciones de narcóticos no solicitadas y pacientes que no hablaban inglés recibieron formularios ininteligibles escritos en inglés. Tal vez lo más inquietante sea que algunos pacientes afirman haberse despertado de la anestesia después de lo que creían que era un simple procedimiento de limpieza de venas, sólo para descubrir que se les había implantado un objeto extraño.
Toda esta debacle sirve de sombrío recordatorio de los riesgos potenciales asociados a cualquier procedimiento estético, y pone de relieve los extremos a los que la gente está dispuesta a llegar para "mejorar" o "realzar" su cuerpo. Aunque es fácil -y acertado- aislar al Dr. EList y sus negocios aparentemente dudosos, también tenemos que preguntarnos qué dice esto sobre la sociedad en su conjunto: en un mundo en el que la masculinidad está cambiando de forma más rápido de lo que muchos podrían haber imaginado, ¿es la aparición de multimillonarios fornidos y el alargamiento de pene generalizado un esfuerzo preocupante pero predecible para apuntalar la identidad masculina?