Comer demasiada sal podría afectar a tus células inmunitarias
Comer demasiada sal puede reducir la cantidad de energía que las células del sistema inmunitario pueden producir, impidiéndoles trabajar con normalidad, según un nuevo estudio.
Comer un exceso de sodio se ha relacionado anteriormente con muchos problemas diferentes en el cuerpo, incluyendo la presión arterial alta y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, insuficiencia cardíaca, osteoporosis, cáncer de estómago y enfermedad renal, informó previamente Live Science.
"Por supuesto, lo primero en lo que se piensa es en el riesgo cardiovascular", dijo en un comunicado el coautor Markus Kleinewietfeld, profesor asociado de la Universidad de Hasselt (Bélgica). "Pero múltiples estudios han demostrado que la sal puede afectar a las células inmunitarias de diversas maneras". Si la sal altera el funcionamiento inmunitario durante un largo periodo de tiempo, podría provocar enfermedades inflamatorias o autoinmunes en el organismo, añadió.
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Hace unos años, un grupo de investigadores de Alemania descubrió que las altas concentraciones de sal en la sangre pueden afectar directamente al funcionamiento de un grupo de células del sistema inmunitario conocidas como monocitos, que son los precursores de unas células parecidas a las de Pac Man llamadas fagocitos que identifican y devoran los patógenos y las células infectadas o muertas del organismo.
En el nuevo estudio, Kleinewietfeld y sus colegas realizaron una serie de experimentos para averiguar cómo. En primer lugar, se centraron en ese vínculo en el laboratorio utilizando monocitos de ratón y humanos. Descubrieron que a las tres horas de la exposición a altas concentraciones de sal, las células inmunitarias producían menos energía, o trifosfato de adenosina (ATP).
Las mitocondrias, las centrales eléctricas de las células, producen ATP a partir de la energía que se encuentra en los alimentos mediante una serie de reacciones bioquímicas, según el comunicado. El ATP alimenta entonces muchos procesos celulares diferentes, como la alimentación de los músculos o la regulación del metabolismo, según el comunicado.
En concreto, los investigadores descubrieron que las altas concentraciones de sal inhiben un grupo de enzimas conocido como complejo II en la reacción en cadena que produce ATP, lo que lleva a las mitocondrias a producir menos ATP. Con menos ATP (menos energía), los monocitos maduraron hasta convertirse en fagocitos de aspecto anormal.
Los investigadores descubrieron que estos fagocitos inusuales eran más eficaces en la lucha contra las infecciones. Sin embargo, esto no es necesariamente bueno, dicen los investigadores, ya que una mayor respuesta inmunitaria puede provocar más inflamación en el organismo, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas.
A continuación, los investigadores realizaron varios experimentos con personas; en uno de ellos, los participantes varones sanos tomaron diariamente pastillas de suplemento de sal de 6.000 miligramos -casi tres veces la cantidad recomendada- durante dos semanas. En otro experimento, un grupo de participantes comió una pizza entera de un restaurante italiano.
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Descubrieron que después de comer la pizza, que contenía 10.000 mg de sal, las mitocondrias de los participantes producían menos energía. Pero este efecto no fue duradero; ocho horas después de que los participantes comieran la pizza, los análisis de sangre mostraron que sus mitocondrias volvían a funcionar normalmente.
"Eso es algo bueno", dijo en el comunicado Dominik Müller, profesor del Centro Max Delbrück de Medicina Molecular de la Asociación Helmholtz y del Centro de Investigación Experimental y Clínica de Berlín. "Si hubiera sido una alteración prolongada, nos preocuparía que las células no recibieran suficiente energía durante mucho tiempo".
Sin embargo, no está claro si las mitocondrias se ven afectadas a largo plazo si una persona consume constantemente una dieta alta en sal, según el comunicado. Los investigadores esperan entender si la sal puede afectar a otras células, ya que las mitocondrias existen en casi todas las células del cuerpo, según el comunicado.
Los resultados se publicaron el 28 de abril en la revista Circulation.