Psilocibina Terapia Australia: Todo lo que sabemos
El floreciente mundo de la terapia psicodélica podría cambiar la faz del tratamiento de la salud mental. Con ensayos que aportan pruebas cada vez más sólidas de los beneficios de la terapia psicodélica en el tratamiento de una serie de enfermedades como la depresión, el TOC y el TEPT, el paso de los psicodélicos de la diversión hippy marginal a la medicina convencional parece casi inevitable... Pero, ¿cuándo podremos acceder a ella los australianos normales?
El mundo está sumido en una crisis de salud mental, y los problemas de Australia son especialmente graves: casi la mitad de los australianos padecerán enfermedades mentales a lo largo de su vida, el 80% de los australianos declaran tener mala salud mental tras la pandemia del COVID-19, y Australia es el segundo país de la OCDE con mayor consumo per cápita de antidepresivos.
En total, se cree que esto cuesta a la economía australiana unos 220.000 millones de dólares al año, por no hablar de los incalculables efectos en el bienestar y la calidad de vida de las personas.
Por eso, cuando el mes pasado saltó la noticia de que la TGA aprobaba el uso clínico de la MDMA y la psilocibina, millones de australianos, así como investigadores, profesionales e interesados de todo el mundo, lo acogieron con entusiasmo.
Los medios de comunicación de todo el mundo publicaron el titular en sus portadas y páginas de inicio, pero ¿qué tiene de bueno la terapia psicodélica? ¿Y hasta qué punto será fácil para los australianos normales acceder a este tipo de tratamiento?
DMARGE habló con el catedrático Robin Carhart-Harris, líder mundial en psicodelia y director del Centro de Investigación Psicodélica de la División de Ciencias Cerebrales del Imperial College de Londres, que ha sido pionero en algunos de los ensayos más importantes sobre el uso de psicodélicos en el tratamiento de enfermedades mentales, y dio una charla reciente en colaboración con Mind Medicine Australia.
Una de las primeras cosas que señaló el profesor Carhart-Harris fueron las raíces etimológicas de la palabra "psicodélico", como medio para ilustrar lo que la gente espera, y en breve podría, obtener del uso de estas drogas en contextos terapéuticos.
Terapia psicodélica 101: ¿Cómo funciona la terapia psicodélica?
La palabra "psicodélico" fue dada a conocer por primera vez por un psiquiatra inglés, Humphrey Osmond, que combinó dos antiguas palabras griegas: psyche - "alma" o "mente", y delos - "manifestar" o "revelar". En el nivel más básico, esto es lo que promete la experiencia psicodélica: una oportunidad para revelar el funcionamiento interno de tu mente y, si se te guía adecuadamente en un entorno terapéutico, recablearla para mejor.
Antes de entrar en materia, el profesor Carhart-Harris se apresuró a señalar que, aunque las pruebas clínicas son cada vez más sólidas a favor de sus teorías, muchas de sus ideas aún entran en la categoría de técnicamente hipotéticas. En cualquier caso, las resumiremos de la forma más clara y sencilla posible:
El cerebro tiene una característica llamada "plasticidad". Se trata de su capacidad para cambiar y remodelarse en función de determinadas condiciones. Por ejemplo, en un ensayo clínico realizado con ratones, cuando se les pellizca la cola, el cerebro muestra instantáneamente una enorme plasticidad liberando grandes cantidades de serotonina para ayudar al ratón a sobrevivir y escapar de la situación actual.
El problema de muchos humanos, sin embargo, es que sus cerebros se resisten de forma natural a su propia plasticidad como medio de ejercer un mayor control sobre su entorno y su experiencia del mismo. El profesor Carhart-Harris llama a este proceso "canalización": al igual que un canal que depende de una zanja excavada para dirigir el agua por una ruta prescrita ad infinitum, el cerebro depende de comportamientos y patrones de pensamiento profundamente arraigados para sobrevivir día a día.
Ejemplos de ello son los prejuicios negativos que se observan en las personas con depresión, la fijación de los enfermos de TOC por la contaminación y los comportamientos regulados para controlar la contaminación percibida, o el modo en que las personas con trastornos alimentarios se obsesionan con su cuerpo y el control de las calorías que ingieren.
Los psicodélicos tienen la capacidad de "secuestrar" la plasticidad natural del cerebro y explotar su capacidad de cambio para salir de estos comportamientos obsesivos y repetitivos. Cuando ingieres psicodélicos (en un entorno terapéutico altamente regulado, no en una carpa de festival con tus antiguos compañeros de colegio), los niveles de comunicación dentro de la corteza cerebral se multiplican masivamente y permiten que se abran nuevas vías de pensamiento y comportamiento, aumentando las posibilidades de que puedas romper con tus comportamientos más perjudiciales.
Una de las mayores observaciones del profesor Carhart-Harris fue sobre los resultados observados de la terapia psicodélica frente a los de los ISRS (la medicación antidepresiva estándar de primera línea prescrita en muchos países desarrollados): la expectativa de alguien que ingiere psilocibina tenía muy poco impacto en su resultado terapéutico en comparación con alguien que toma ISRS.
En otras palabras: para que los ISRS funcionen, tienes que querer que funcionen. Con la psilocibina, no hay diferencia. Los ISRS son, hasta cierto punto, un placebo. Los psicodélicos pueden no serlo, lo que los convierte -hipotéticamente- en un tipo de terapia mucho más eficaz.
¿Podrán los australianos acceder a terapias psicodélicas?
La TGA (Administración de Productos Terapéuticos) ha reclasificado la psilocibina y el MDMA de la Lista 9 de "sustancias prohibidas" a la Lista 8 de "medicamentos controlados". Con esta reclasificación, los psiquiatras que la aprueben podrán recetar psilocibina para la depresión resistente al tratamiento y MDMA para el TEPT a partir del 1 de julio de 2023.
Así que, en teoría, los australianos podrán acceder a estos tratamientos muy pronto. Pero hay una serie de factores que podrían afectar a la disponibilidad de la psilocibina medicinal. El primero, como era de esperar, es el coste. La razón por la que los ISRS se recetan tan fácilmente en todo el mundo es que son baratos.
Obviamente, producir cualquier medicamento a gran escala tiene un coste, pero sacar unas cuantas pastillas es mucho más barato que las instalaciones necesarias para la terapia psicodélica: un viaje controlado puede durar unas seis horas y requiere una habitación aislada y totalmente amueblada, así como un profesional (preferiblemente dos, por razones de seguridad) en la habitación junto al paciente. Ese espacio, ese tiempo y esa mano de obra son extremadamente costosos.
Esto significa que, cuando se produzca la reprogramación, es probable que los tratamientos estén reservados a las personas acomodadas que puedan permitirse sesiones prolongadas con médicos privados. Es muy poco probable que la sanidad pública, financiada por el sistema de asistencia sanitaria, esté dispuesta a asignar los recursos necesarios a esta terapia cuando existen alternativas más baratas, como las terapias tradicionales de TCC y los ISRS.
Es decir, a menos que (o hasta que...) los resultados de la terapia psicodélica sean tan eficaces que resulte más barato tratar los problemas de salud mental con una o dos sesiones psicodélicas que con planes de tratamiento prolongados mediante métodos tradicionales.
También está la cuestión de la formación: practicar adecuadamente la terapia psicodélica requiere una formación compleja y continua, y la pregunta de quién será el primero en solicitar y completar esta formación está aún por responder.
Sin embargo, nuestra hipótesis es que probablemente resulte más atractiva para los médicos privados, costosos y con inclinaciones místicas, que ya disponen de tiempo, recursos e inclinación para adoptar esta práctica, que para los médicos con exceso de trabajo y escasos fondos que trabajan en la medicina de cara al público.
Conclusión
Los psicodélicos ofrecen una vía enormemente prometedora y emocionante para el tratamiento de la salud mental. Aunque están a punto de ser reprogramados en Australia, se necesita mucho más estudio y formación antes de que pueda extenderse a mayor escala. Pero, cuando llegue a un público más amplio, habrá que plantearse importantes preguntas sobre quién podrá y estará dispuesto a acceder a ella, y quién se quedará atrás.
Como ocurre con tantas otras cosas, se teme que los más adinerados y ociosos sean los primeros en beneficiarse, mientras que los más vulnerables y necesitados se queden atrás... Pero esto, como ocurre con tantas otras cosas en torno a la terapia psicodélica, está por ver.