No hay deporte más bipolar que el fútbol
Cuando el Real Madrid perdió hace 10 días el derbi madrileño contra el Atlético de Madrid y acumuló dos derrotas consecutivas en Liga (cayó también con la Real Sociedad) las críticas se abalanzaron sobre el equipo dirigido por Carlo Ancelotti sin piedad. Que si los fichajes no tenían el nivel suficiente para suplir las bajas de Xabi Alonso y Ángel Di María, que si faltaba actitud, que si adolecían de falta de pegada, que si el técnico no iba a comerse las uvas vestido de blanco.
No hay deporte más bipolar que el fútbol, donde un día están en lo más bajo y al día siguiente rivalizas con Zeus en el Olimpo. El Real Madrid vivió la primera parte de la ecuación la semana pasada y ahora está en la cresta de la segunda. Todo gracias a la goleada que le endosó al Deportivo de la Coruña (2-8) en Riazor. Qué mejor que una victoria apabullante para cambiar el tema de conversación. Los golazos de Chicharito y James les han colocado como unos fichajes de relumbrón, nadie se acordó de Alonso con Kroos y Modric dirigiendo en el centro del campo, la definición vuelve a ser el as del Madrid y Ancelotti va a ganar la Undécima.
Decir que los ánimos en el fútbol son variables es quedarse corto. Una goleada devolvió al Real Madrid al paraíso, pero esa sensación de imbatibilidad sólo durará hasta que empiece la próxima jornada. Nadie está a salvo. Los goles son como el César, que quita y da los privilegios a su antojo. Y su memoria es a muy corto plazo.