Los virus "zombis" han revivido en el permafrost siberiano. ¿Podrían infectar a las personas?
Bajo el gélido suelo ártico se esconde una sopa helada de virus, bacterias y esporas de hongos. A diferencia de las sobras heladas del fondo del congelador, algunos de estos microbios no han interactuado con una célula desde mucho antes de que los antiguos egipcios construyeran las pirámides de Giza. Sin embargo, a medida que el cambio climático sigue cocinando el planeta, estos gérmenes encerrados en el permafrost están empezando a descongelarse.
Pero, ¿pueden los microbios recién descongelados "despertarse" e infectar algo? ¿Y en qué medida suponen una amenaza potencial para la salud humana y medioambiental? Estas son las preguntas que un equipo internacional de científicos ha empezado a sondear en un nuevo estudio, disponible en la base de datos de preimpresos bioRxiv (se abre en una nueva pestaña).
Los brotes de enfermedades procedentes del permafrost no son inéditos. Según una investigación publicada en 2021 en la revista Frontiers in Veterinary Science (se abre en una nueva pestaña), los rebaños de renos siberianos contraen periódicamente ántrax a partir de bacterias presentes en el permafrost derretido.
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Para el nuevo estudio, que no ha sido revisado por pares, los investigadores aislaron 13 virus recientemente descritos a partir de siete muestras de permafrost y dos muestras de agua tomadas de ríos siberianos. Tres de los virus -denominados Megavirus mamut, Pithovirus mamut y Pandoravirus mamut- se hallaron en el interior de lana de mamut petrificada de 27.000 años de antigüedad. Otro se descubrió en los intestinos congelados de un antiguo lobo siberiano.
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En un laboratorio cerrado, los científicos descongelaron cuidadosamente los microbios y secuenciaron sus genomas. A continuación, los investigadores infectaron células de ameba con los virus recién despertados. A pesar de tener hasta 48.000 años de antigüedad, varios de los virus fueron capaces de replicarse en las amebas, provocando su ruptura y la liberación de nuevas partículas víricas.
"Los que hemos revivido no son peligrosos en absoluto; sólo infectan amebas", dijo a Live Science en un correo electrónico Jean-Michel Claverie (se abre en una nueva pestaña), microbiólogo computacional de la Universidad Aix-Marseille de Francia y coautor del nuevo estudio. "Pero su presencia e infectividad sugieren que los antiguos virus que infectaban a animales/humanos podrían seguir siendo infecciosos".
Los investigadores se centraron en los virus que infectan a las amebas porque son buenos organismos modelo y porque el riesgo de contagio accidental a los técnicos de laboratorio sería mínimo. "Aprovechamos los mil millones de años de distancia evolutiva [de la ameba] con los humanos y otros mamíferos como la mejor protección posible", escriben en el artículo.
Los estudios anteriores sobre virus encerrados en el permafrost ártico han sido escasos. Sin embargo, los autores afirman que este estudio refuta una antigua hipótesis según la cual el permafrost contiene pocos microbios viables; además de los virus que revivieron, el equipo halló rastros de otras numerosas especies, entre ellas algunas relacionadas con patógenos humanos conocidos, como los poxvirus y los herpesvirus.
Pero si una de estas cepas despertara e infectara a los humanos, las vacunas modernas probablemente ofrecerían cierta protección. El mayor riesgo, según los autores, son los virus desconocidos. Al igual que el SARS-CoV-2, el patógeno responsable del COVID-19, estos gérmenes tienen el potencial de propagarse rápidamente entre una población que carece de inmunidad natural, desencadenando una pandemia. Un virus así tendría que ser estudiado y comprendido incluso mientras infecta a las personas, lo que dificultaría el desarrollo de vacunas.
De momento, la agitación política en la región ha detenido la recogida de nuevas muestras de permafrost. "Debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, todas nuestras colaboraciones se han interrumpido", explica Claverie, quien añade que su laboratorio seguirá estudiando los virus de que dispone. Y esperan que las empresas que realicen perforaciones y explotaciones mineras en el permafrost siberiano tomen nota y procedan con cautela, por ejemplo, vigilando la aparición de enfermedades inusuales y estableciendo instalaciones de cuarentena adecuadas.