El maestro zen: el mito del mejor entrenador de la historia
No diga “ganar”: diga Phil Jackson. Conquistó la CBA con Albany y entrenó en Puerto Rico antes de ocupar un puesto como asistente antes de labrar la leyenda de aquellos Bulls de Chicago intimidadores e invencibles. Seis campeonatos con Chicago y cinco al frente de los Lakers con su particular método de entrenamiento: aparente desidia y ligereza en el banquillo y mucho control emocional. Eso sí, siempre fichando a bases anotadores, aleros con capacidad para subir la pelota y postes de complemento. Lo que vendría a ser la mezcla perfecta entre Jose Mourinho y Pep Guardiola.
Como ellos, han tenido la suerte de ser los entrenadores del mejor jugador de la historia (Ronaldo / Messi), en este caso un tal Michael Jordan, secundado por el espléndido escudero Scottie Pippen y a otro de los más sobresalientes (Kobe Bryant), cuyas espaldas guardaba el descomunal Shaquille O’Neal. El palmarés de Phil Jackson como preparador es irrebatible, pero también es cierto que nadó a favor de la corriente. Se marchó de los Bulls con Jordan y reclutó a Pau Gasol en 2008 para asaltar el olimpo en Los Ángeles con unos Lakers donde Lamar Odom ejercía de gran tercer hombre.
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Es el entrenador más ganador de todos los tiempos, con ni más ni menos que once anillos como técnico (que se suman a los dos que alzó como jugador en los Knicks). Seis en los Bulls y cinco en los Lakers, su capacidad de administrar egos complicados es legendaria, consiguiendo que gente tan (inevitablemente) egoísta como Jordan, Pippen, Horace Grant, Dennis Rodman, o Shaq y Kobe pudieran respetarse mutuamente y así conseguir establecer dinastías en el proceso y lograr éxitos como equipo. Fue, además, el único en poder transformar la ofensiva del Triple Poste (el famoso triángulo) en un esquema de juego exitoso. 20 temporadas como técnico, donde en ninguna de ellas logró menos del 50% de victorias. Heterodoxo, humilde, seguro de sí mismo y de su capacidad, no hay tipo que pueda relacionarse con el éxito más que él. El Maestro Zen es el mejor. No puede ser de otra manera… aunque de un tiempo a esta parte no esté teniendo la misma fortuna desde los despachos.
En marzo de 2014 llega a la presidencia de los Knicks, una franquicia poderosa famosa por ser una de las más viciadas económicamente. Una fábrica de gastar dinero que no logra un título desde 1973, y por la que han pasado todo tipo de leyendas que en todos estos años no han logrado poner al equipo a la altura de la ciudad. Pues de momento no queda otra que admitir su fracaso. Firmó como entrenador a su pupilo en los Lakers Derek Fisher para trabajar el triángulo ofensivo con tristes resultados, y no ha conseguido rodear a un Carmelo Anthony ya en franca decadencia de un crack que le haga mejor, algo imprescindible para remontar el vuelo. El fichaje de la ex-promesa lastrada por las lesiones, Derrick Rose, un jugador que no comprende el método Jackson, no ha ayudado especialmente, Bajo su mandato, los Knicks llevan un balance donde las derrotas doblan a las victorias en más de 200 partidos, pero lo más triste es siguen sin saber a qué juegan. ¿Debería bajar al banquillo y recuperar su magia? Estos datos no oscurecen la impresionante trayectoria del entrenador más importante del deporte más importante del mundo.
