Cómo tratar el herpes zóster

LA CULEBRILLA DEL INFIERNO

Cómo tratar el herpes zóster

La culebrilla o herpes zóster es una erupción cutánea vesicante (ampollas) y dolorosa. Se debe al virus varicella-zoster. Ese es el mismo virus que ocasiona la varicela.

Después de contraer la varicela, el virus permanece inactivo (latente) en ciertos nervios del cuerpo. La culebrilla ocurre cuando el virus se reactiva en estos nervios después de muchos años. Muchas personas padecieron casos tan leves de varicela que no se percataron de que tuvieron la infección.

La razón por la cual el virus de pronto se vuelve activo de nuevo no es clara. Con frecuencia, solo se presenta un ataque.

El paciente con herpes zoster activo es contagioso solamente para personas que nunca han tenido varicela, es decir, para aquellas que nunca han sido infectadas con el virus Varicela-Zóster. Quien nunca ha tenido varicela, si entrar en contacto con un paciente con herpes zoster, desarrollará varicela, y no culebrilla (herpes zóster), porque la primera siempre es la forma inicial de contaminación por este virus.

Nadie desarrolla herpes zoster sin antes haber tenido varicela. Si tienes herpes zoster y crees que nunca has tenido varicela en la infancia, lo más probable es que tu varicela ha sido blanda, ha pasado inadvertida o se confundió con algún otro virus común. El hecho es que, para tener herpes zoster, necesitas tener el virus Varicela-Zóster oculto en el sistema nervioso.

El tratamiento del herpes zóster (HZ) debe tener presente los siguientes objetivos: delimitar la aparición de lesiones a zonas anatómicas concretas, evitando su generalización; aliviar el dolor que suele acompañar a la infección cutánea; prevenir o disminuir la intensidad del dolor que se asocia con la neuralgia postherpética (NPH), y evitar las complicaciones agudas o crónicas que puedan surgir durante el transcurso de la infección . Los fármacos antivirales conseguirán estos efectos mediante un acortamiento del tiempo de replicación del virus .

El tratamiento sistémico del herpes zóster acorta el proceso de cicatrización, previene o alivia el dolor y otras complicaciones agudas o crónicas, especialmente cuando se administra en las primeras 72 h de la sintomatología. El tratamiento está especialmente indicado en pacientes mayores de 50 años y en aquellos que, independientemente de la edad, tienen afectación de cabeza y cuello, especialmente en herpes zóster oftálmico. Los fármacos aprobados en Europa para el tratamiento sistémico del herpes zóster son aciclovir, valaciclovir, famciclovir y brivudina. La brivudina presenta una mayor potencia antivaricela zóster que el aciclovir y derivados, y puede darse sólo una vez al día durante 7 días en comparación con la dosificación múltiple de estos últimos. Frente a los anteriores, la brivudina es un fármaco no nefrotóxico que no debe administrarse en inmunodeprimidos o en pacientes en tratamiento con fluouracilo. El tratamiento del herpes zóster, encaminado a disminuir el dolor, debe combinarse con analgésicos y agentes neuroactivos (amitriptilina, gabapentina, etc.). Mientras que los corticoides son de dudosa eficacia en el tratamiento de la neuralgia postherpética, con algunos tratamientos tópicos (capsaicina, parches de lidocaína, etc.) se acorta la intensidad y duración del dolor. Finalmente, en esta revisión se especifican guías de tratamiento para localizaciones especiales (pares craneales) y diferentes subpoblaciones (niños, embarazadas, inmunodeprimidos, etc.).

El herpes zoster, en la mayoría de los casos, desaparece espontáneamente después de algunos días. Sin embargo, el tratamiento con antivirales como Aciclovir, Valaciclovir o Famciclovir, está indicado para acelerar este proceso. Estos antivirales son medicamentos que, si iniciados  precozmente, preferiblemente dentro de las primeras 72 horas de enfermedad, disminuyen la severidad, la duración y los riesgos de complicaciones del herpes zoster.

En algunos pacientes el dolor del herpes zoster  puede ser grave y se indica el uso de analgésicos. Hay pacientes en que el dolor es tan intenso que se hace necesario  el uso de opiáceos (derivados de la morfina) para controlar el dolor. Como el dolor es de origen neurológico, fármacos antidepresivos, como Amitriptilina, Nortriptilina o anticonvulsivos, como la  Gabapentina o Pregabalina, también pueden ser utilizados para aliviar los síntomas, especialmente en casos de neuralgia postherpética.

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