Aliviar dolores psicosomáticos
Muchas veces, sin saberlo, padecemos dolores psicosomáticos que afectan mucho a nuestra calidad de vida. Padecer un dolor físico sin saber cuál es su origen puede ser muy frustrante, por eso no hay que eliminar nunca de la mesa la opción de que el origen pueda no ser físico sino mental.
Consideramos que una dolencia es psicosomática cuando no es consecuencia directa de un problema físico, sino que es nuestra mente la que nos hace sentir dolor como síntoma de alerta cuando algo no funciona bien en nuestra salud mental. No estamos diciendo que los dolores psicosomáticos sean reflejo de una enfermedad mental, generalmente suele ser algo con mucha menos importancia como un pequeño problema psicológico o emocional.
Este tipo de dolores no está limitado a la edad adulta. Hay muchos niños que los padecen por no saber expresar bien sus emociones, ya que la represión emocional es una de las causas más frecuentes de las dolencias psicosomáticas.
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Síntomas
Los dolores psicosomáticos pueden presentarse de muchas maneras, aunque suelen tener una sintomatología que se suele repetir. Algunos de los síntomas más habituales son:
- Nudo o dolor en el estómago sin presentar signos de intoxicación alimentaria o gripe. El sistema gástrico es muy sensible a la tensión emocional y el estrés pudiendo llegar a hacernos padecer problemas complicados como una úlcera estomacal.
- Dolor u opresión en el pecho que puede ser similar a los síntomas de una patología cardíaca. En estas ocasiones hay que tener presente que si no sentimos dolor o entumecimiento en el brazo izquierdo cuando tenemos el dolor de pecho, no hay porque alarmarse ya que no se trata de un ataque al corazón.
- Dolores musculares como por ejemplo dolor de espalda, cervical o lumbar. Es muy habitual que los músculos se contraigan a consecuencia del estrés y la ansiedad haciéndonos adquirir malas posturas a lo largo del día. En consecuencia, sentiremos fuertes dolores físicos que vienen dados por esa angustia que tenemos.
- Cólico abdominal muy semejante al ataque de apendicitis. Podemos sentir los mismos dolores que cuando presentamos una inflamación de apéndice, pero al ir al hospital nos encontramos con que este órgano vestigial se encuentra perfectamente. En este caso sabremos que lo que provoca los dolores tiene un origen mental y no físico.
¿Cómo resolverlo?
Principalmente hay que acudir a un especialista con el que tratar el problema emocional que nos está haciendo padecer estos dolores. En estos casos no bastará con que nuestro médico de cabecera nos recete algún antidepresivo para tapar aquello que nos reconcome, sino que deberemos tratarnos con un psicólogo que nos de herramientas para solventar la dolencia emocional. Son muchos los que, para no enfrentarse al problema, acuden a los fármacos pensando que así se acabará todo, pero cuando se trata de un problema mental ese tipo de actitudes no son más que parches que pueden hacer que nuestro problema se agrave llevándonos a situaciones muchísimo más peligrosas.
A nivel personal, deberemos analizar cuál es el origen del problema que nos está haciendo sentir mal para poder arreglarlo, ya que, posiblemente, con un poco de autoanálisis vamos a saber de qué se trata. Puede ser un simple problema de estrés provocado por el trabajo, o una situación de ansiedad que hemos vivido como una separación o la perdida de un familiar. Si somos capaces de identificar aquello que nos está desestabilizando, tendremos gran parte del trabajo hecho.
Hay otras herramientas como la meditación, el yoga y el tai chi, que suelen ser muy beneficiosos a la hora de controlar nuestras emociones. Este tipo de prácticas pueden darnos la capacidad de no dejarnos llevar por sentimientos que puedan hacernos daño y si tenemos tendencia a padecer nervios, puede ayudarnos a sentir un gran control sobre nuestras vidas.
Proceso de curación
Al igual que en otro tipo de enfermedad, las dolencias psicosomáticas no desaparecen de un día para otro. Es imprescindible que seamos constantes en nuestro trabajo emocional para poder sentir una mejora física. Si no somos pacientes y constantes el esfuerzo que hayamos hecho será totalmente inservible y es muy posible que suframos recaídas que nos hagan sentir dolores aún más violentos que la primera vez que los padecimos.
Llevar un control por escrito de las vivencias que estamos teniendo y cómo nos hacen sentir pueden ayudarnos a que, una vez estemos curados, identifiquemos pautas que nos pueden llevar nuevamente a enfermar y por tanto, tener tiempo suficiente para eliminarlas de nuestra vida.
Por último, hay que tener en cuenta que los problemas mentales son igual de importantes, sino más, que los problemas físicos y que infravalorar las consecuencias que este problema puede tener en nuestro día, no hará más que perjudicarnos. Pedir ayuda es siempre una buena idea en estos casos. Por suerte hoy en día los problemas mentales ya no están tan estigmatizados como antes y contamos con grandes especialistas que nos podrán ayudar. Aprovechémoslo.