Por qué la retirada de Raúl marca el fin del fútbol de antes
Sin balones de oro, contratos multimillonarios, ni un juego demasiado vistoso, ha sido leyenda. Te explicamos por qué la retirada de Raúl marca el fin del fútbol de antes.
A sus 38 años, el eterno capitán del Real Madrid y actual jugador del NY Cosmos ha anunciado que cuelga las botas después de 21 años. No ha sido el más técnico, ni mucho menos el más rápido, y salió por la puerta de atrás después de 16 años de impeclable servicio en la casa blanca, pero eso tampoco importaba demasiado en el Real Madrid, porque antes de la era Cristiano, suyos eran los récords y el cariño del público. Un futbolista del que sus detractores siempre decían que no hacía nada, que era como un cono de obra plantado en el área, y que si de casualidad, el balón rebotada de la forma adecuada era gol. Sobra decir que es injusto teniendo en cuenta que ha sido el máximo goleador de la Champions hasta la llegada de la era Messi y Cristiano. Porque hay que poner las cosas en perspectiva, y quizás con su retirada haya muerto el fútbol de una generación anterior. La de la España que no pasaba de cuartos, las ligas más igualadas, sin tanta mafia con el reparto de derechos televisivos ni esa obsesión con amasar cantidades ingentes de dinero. El fútbol no era una ONG, pero al menos tenía una cara más amable. Un deporte diferente en el que un jugador como Raúl podía destacar. Su gran descubridor tiene la clave:
“Raúl es un futbolista austero, no se adorna, siempre busca la vía más directa, el camino más corto para beneficiar a su equipo y acuchillar al contrario. Todo lo que hace tiene sentido, y los que más agradecen su estilo y su presencia son sus compañeros. Esa austeridad es la que puede alejarle a veces de los focos de las estrellas, por supuesto, de forma injusta”, escribiría sobre él Jorge Valdano, el hombre que le haría debutar en el primer equipo y mostraría una confianza ciega en él durante su etapa en el Madrid.
No ganó balones de oro, y con "la roja" tuvo la desgracia de formar parte del periodo de transición. Señalado por Luis Aragonés como sangre vieja y una de las piezas que había que cambiar sí o sí, vió desde su casa como a partir de su ausencia forzada la selección española conquistaba la Eurocopa, después el Mundial y posteriormente, como broche de oro a la mejor generación del fútbol español, la segunda Eurocopa. Letal para cualquiera, pero no para él. En sólo dos años en el Schalke se ganó el cariño de todos y supuso toda una revolución convirtiendo a un equipo de segunda fila en un habitual en la Champions. No importaba que estuviera viejo, fuera todavía más lento y no dejara demasiados goles espectaculares para la posteridad. Ya había de eso en el Real Madrid, y con su marcha a Arabia, abrazando la nueva era del fútbol en que las leyendas abrillantaban sus botas en países burbuja con ligas circenses rodeadas de mármol y jeques, sus 17 títulos en 21 temporadas atestiguan que nos encontramos ante un futbolista irrepetible. Su reciente periplo en la MLS de EEUU, la prejubilación de las estrellas, terminará en Noviembre, fecha en la que ha decidido colgar las botas. Hasta sus detractores, que no son pocos, le echarán de menos, porque con la retirada de Raúl llega el fin del fútbol de antes.